LA SOCIEDAD COMO LABORATORIO

José M. Pérez-Gallego
José M. Pérez-Gallego

Managing Director de Salutia Global

OPINIÓN. Periódico El Mundo

Iquitos es una ciudad del Amazonas peruano. Es una de las ciudades mas remotas del planeta, sin comunicación terrestre, sino tan solo por avión y barco. Un estudio de seroprevalencia ha mostrado que un 75% de su población (cerca de medio millón de personas) es positiva de Covid-19. Derivado del estudio se publicó un articulo en la revista médica Lancet, una de las de mayor impacto en su ámbito, que afirmaba la imposibilidad de adquirir la inmunidad de grupo de forma natural, ni en un entorno tan singular con una mortalidad arrolladora, y con probablemente ya casi con toda su población contagiada.

Ahora, después de que la población no experta hubiera asumido el concepto de «inmunidad de grupo» como el tótem mágico por el cual nos olvidaríamos de esta pandemia, asistimos al aumento de los contagios en escenarios de alta vacunación. Con la aparición de la variante ómicron y de las que la precedieron, ese hito del 70% de población vacunada será ineficiente. No solo habrá que buscar cuotas más elevadas de vacunación, sino que habrá que asumir la vacunación de forma global, no circunscrita a países y fronteras, para lograr una «inmunidad de rebaño», como han reiterado el Banco Mundial y el FMI. La implicación de los países desarrollados y de los organismos multilaterales es esencial, pero es un cometido complejo sin una autoridad orgánica sanitaria con capacidad ejecutiva global.

En este momento el interrogante es si seguiremos dilatando el alfabeto griego con nuevas variantes o el COVID-19 se convertirá en una enfermedad endémica. Es decir, una enfermedad no erradicada pero controlada, como por ejemplo las meningitis bacterianas, donde sigue alguna incidencia de casos, en torno a 0,25 o 0,5 casos por 100.000 habitantes en España, u otras en las que la inmunidad proporcionada por las vacunas es limitada en el tiempo y se requieren revacunaciones (dosis de recuerdo) como el tétanos o la tos ferina. Entre los infectólogos parece haber consenso en que la vacuna del Covid-19 será cíclica.

Otro de los grandes dilemas, atrapado en el engranaje de la diplomacia, lobby, y el Derecho Internacional Público, es la liberación de las patentes de las vacunas. Los países con menos recursos propugnan que en una circunstancia excepcional se usen medidas excepcionales, como allanar el acceso a los fabricantes de medicamentos de todo el mundo a las formulaciones técnicas de las vacunas para que éstas lleguen a toda la geografía mundial. ¿Sería ésta una solución, o por el contrario un desincentivo a la investigación que no eliminaría los problemas de producción y distribución? El asunto se delibera en la Organización Mundial del Comercio con posturas enfrentadas.

Es evidente que el Covid-19 convivirá con nosotros como la gripe. Secuenciar masivamente test positivos para conocer qué variantes circulan, comunicarlo al público e impulsar la obtención de un tratamiento adecuado y la vacunación global serán los instrumentos fundamentales para combatirlo. Con opacidad en la comunicación, con ratios paupérrimos de vacunación en algunos países, con la reformulación de las vacunas en la agenda, y sin ánimo en la comunidad internacional para articular mecanismos nuevos, aún quedará mucho tiempo de la enfermedad.